Canarybodas: agosto 2010

"Esta parte no la pongas, por favor", nos decía un emocionado padrino al no poder contener las lágrimas, cuando le preguntabamos sobre sus deseos para Vanessa e Iván a lo largo de su próxima vida en común. Y es que cuando el amor entre una pareja es patente y todos saben que Cupido ha hecho muy bien su trabajo, la emoción con la que se vive una boda es incomparable. Por eso, desde que cruzamos la puerta del domicilio familiar, hasta que les dejamos bailando ataviados con esos "divertidos gorros" bien entrada la noche, la satisfacción y la felicidad se podían ver flotar en el ambiente.

Además, todo salió "a pedir de boca". El sol nos acompañaba a las puertas de la Catedral en una agradable tarde, donde el recién estrenado pavimento recibía a unos novios radiantes e ilusionados. Después de dejar caer alguna lágrima (y no nos referimos a la novia ;) en una entrañable ceremonia, las emociones continuaron en una celebración en la que no faltó de nada. Reímos viendo antiguas fotos, lloramos al ver el cariño entre hermanas y suspiramos al verlos bailar deseando que todo el mundo encuentré el amor tal y como Vanessa e Iván se han encontrado el uno al otro.